Un día me desperté con las ganas de aprender español y desde entonces soñaba de mudarme a España. Algo me decía que solo allí podré sentirme feliz. Hace un año y seis meses por fin tomé una decisión importante años de esperar para un buen momento para la mudanza. Algo me decía que no podía esperar más. En aquel momento me sentía un poco perdida porque no tenía claro a dónde quiero mudarme, pero de repente lo vi más claro. Tenía muchas razones para venir al norte. Llevaba demasiados años viviendo en Irlanda para trasladarme a un lugar caluroso. La lluvia no es solo algo que no me molesta sino que es algo que me relaja muchísimo. Durante mi estancia de Erasmus que pasé en Alicante descubrí que no puedo soportar un ruido constante. Tampoco me gustó la forma de ser de los alicantinos que son unos vagos. Ni tampoco estudié francés para después olvidarlo. Cómo veis tenía muchas razones para elegir este sitio.
Aquel día pensé: voy al norte. Me compré los billetes y así empezó mi historia. Con dos maletas llenas de sueños y el corazón lleno de esperanza me marché al Donosti. Al no pensar mucho me busqué una habitación. Los primeros meses compartía piso con un hombre y su hija de 7 años. Nuestra convivencia fue buena. Comíamos juntos y ayudábamos uno a otro. Me encariñé mucho con ellos, pero al pasar confinamiento juntos las cosas se han complicado un poco.
Al principio trabajaba como una profesora de inglés, francés y polaco. Por el hecho de que viví más de 12 años en Irlanda me querían para enseñar inglés entonces así empecé. También daba bastantes clases de francés por mi carrera es Español con Francés. Desde que me empezaron dar clases de castellano con refugiados vi que es lo que me salía mejor. Ahora enseño sobre todo castellano, aunque tengo algunas clases de francés y polaco.
En este maravillo lugar cada nuevo día era especial. Todos los días visitaba uno de los pueblos pequeñitos que tienen algo de magia. Al visitar aquellos lugares cada vez me enamoraba más de País Vasco de su encanto de su gente y ambiente que se siente en cada rinconcito. Cada día conocía alguien nuevo. Me fijé que en ningún lugar me sentía tan cómoda con la gente como aquí. Sentí que encontré mi sito del que muchos hablan, pero en la realidad nadie lo encuentra. Yo sí tuve esta suerte de encontrarlo. Tengo una amiga loca con la que comparto muchas aficiones. Con ella nada es aburrido. Nos unió el amor a la naturaleza. Cuando viene el viernes cogemos nuestra barca y con unas cañas olvidamos de todo lo que empezó en el marzo del año pasado.
Aquel día conocí a él. Me esperaba con el paraguas él me vio caminado en una chaqueta verde. Juntos fuimos a un bar en mi bario lo pasamos bien hablando de tonterías. Unos días después nos volvemos a ver en un bar en centro. Con él el tiempo se me pasaba volando. Cada momento era maravilloso. En aquel momento nos besamos y en este momento se empezó algo bonito. Siempre soñaba de conocer a alguien tan dulce cómo él alguien que tuviera tanta ternura conmigo y me pudiera soportar en mis momentos más salvajes. Me podéis llamar afortunada lo encontré. Cada día me enamoro más de él.
Aquel día algo me empujó a cambiar mi vida. Ahora gracias a este algo ahora puedo decir que me siento feliz. Aquellos que me decían por qué vas al norte también lo consideran como uno de los sitios más bonitos en el mundo. Siempre soñaba de encontrar mi sitio en el mundo y el amor de mi vida. Puede sorprender que en el periodo tan inestable encontré algo para toda mi vida. Por alguna razón algo me decía que tuviera prisa con la mudanza. Menos mal que me quedé encerrada en un paraíso. No todos tenían la misma suerte que yo. Me siento muy agradecida que el destino me ha llevado hasta aquí, hasta mi casa.
Autor: Anna Wiktoria Michaliszyn
